Descripción
Imagina que tu amigo no creyente viene un día y te pregunta sobre qué haces en la iglesia.
Seguramente intentarás una descripción lo más atractiva posible con el fin de invitarlo; le dirás que cantan juntos, que comparten, se animan, se ayudan y aprenden de la palabra de Dios. No creo que haya un creyente sobre esta tierra que responda diciendo; “a la iglesia vamos a arrepentirnos”, “oímos la palabra y nos arrepentimos juntos”, o “vamos todos al culto con muchas ganas de un buen arrepentimiento”.
La palabra “arrepentimiento” no nos suena nada atractiva.
Parece más bien una experiencia bastante indeseable. Muchos creyentes sinceros procuran comportarse bien solo para no tener de que arrepentirse y evitar esta penosa experiencia.
Como dice el erudito A.T.Robertson:
«Es una tragedia lingüística y teológica que tengamos que usar ‘arrepentimiento’ para traducir metanoia»
Sin embargo, al contrario de lo que imaginamos, el arrepentimiento bíblico bien entendido es de las cosas más atractivas y deseables que existen. Es como un inmenso tesoro escondido tras una palabra menospreciada y vil.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.